Parece que nunca va a llegar ,pero tarda tan solo doce meses y aquí tenemos ya diciembre. A medida que nos acerquemos al día 31 iremos haciendo repaso y resumen de lo acontecido desde enero.

Cuando empezaba el año había quien decía que el 2014 sería el año de la recuperación, pero no se ponían de acuerdo de cómo iba a ser esta. Hasta le ponían letras que definían su comportamiento, W, L, etc.

En lo que coincidían todos los opinantes era en que no podíamos caer más abajo, que ya se habían hecho todos los ajustes necesarios. El pasado día 11 de diciembre, en una reunión con empresarios, el presidente Mariano Rajoy anunciaba que la crisis ya era historia, y que estas serían las primeras Navidades de la recuperación. No sé yo.

Hace ya más de cinco años que la ministra de Economía de entonces, Elena Salgado, nos decía que se veían brotes verdes. Cierto es que ha subido la venta de automóviles, ha bajado el precio del crudo, que, por cierto, no se repercute lo suficiente en el consumidor, que en la pasada EXPOQUIMIA se veían más y concretos proyectos, y que apenas oímos aquella nueva y maldita palabra: prima de riesgo.

Pero no es menos cierto que mientras nosotros tenemos un paro del 24%, países de nuestro entorno, como Francia o Alemania, están en un 10% y 5% respectivamente; que destinamos a I+D+I el 1,35% de nuestro PIB, mientas que Finlandia por ejemplo dedica el 3,55% o que nuestra productividad por hora trabajada es de 68,5 puntos, mientras la media de la Eurozona es del 75,9 y en Alemania del 87,1.

Por eso pienso que, antes de echar las campanas al vuelo, y no digo las campanadas, además de tomar las decisiones políticas oportunas que nos permitan mejorar de forma significativa los parámetros citados anteriormente.

Habrá que solucionar la tan desprestigiada formación profesional -llamarme antiguo, pero qué bien funcionaba la figura del aprendiz-, habrá que pensar en la gestión industrial de las empresas y no solo en los resultados cortoplacistas -qué daño hizo el burbuja del tocho, donde tan fácilmente se conseguían beneficios de más de tres dígitos.

Habrá que simplificar la creación de empresas para que no sea una dura carrera de obstáculos que desaliente la emprendeduria, y habrá que facilitar el acceso al crédito para poner esas ideas en marcha. Pero, sobre todo, habrá que aliñar lo anterior con ilusión, que es el aceite que hace que todo funcione. Feliz año.